¡Auxilio,
hay un adolescente en casa!
Lic. Liliana
Calvo
“Ya no sabemos que hacer, queremos que sepas que està pasando
en casa, necesitamos tu ayuda”. Escucho estos pedidos de auxilio en la voz de
muchas madres y padres, en las consultas de orientación a padres.
“Si no ha hecho nada, en todo el dìa, como puede ser que
esté cansado, tirado en el sofà, que nos vea agotados de trabajar y no ayude en
ninguna de las tareas”, me expresan.
Los padres necesitan saber que en la adolescencia, al dejar
de ser niños, sus hijos, “ están haciendo el duelo de esa niñez que se va”, y
la construcción psíquica lleva tiempo”(1) . Se producen muchos cambios y como todo cambio genera una
crisis, donde se transita desde lo conocido, a lo desconocido. Es vital que
entiendan que èsta crisis, es muy necesaria de atravesar, para seguir creciendo,
“para avanzar”.
Que en la misma se producen modificaciones físicas y
psíquicas, existe un descubrimiento de su sexualidad, hay crisis de identidad ,
“vulnerabilidad, cierta fragilidad, hay sufrimiento y angustia”.
A su vez hay cambios sociales. Existe una oposición a la
autoridad, los padres dejan de “ser los ídolos”, hay una “des idealizaciòn”, los hijos comienzan a ver
a sus padres, con sus aciertos y con sus
errores. Con actitudes parecidas a ellos y con características opuestas.
Surge el deseo de
cierta autonomía, existe rebeldìa y una búsqueda de independencia, limitada a
la edad ya que aùn son menores, según sus edades y hay decisiones, sobre lo que
quisieran llevar a cabo, que aùn están en consideración de sus padres.
Hay en el adolescente, una estimable necesidad de
pertenecer, de sentirse parte de, por esos las amistades, los grupos cobran
importancia para èsta etapa. Y cuando se producen criticas o descalificaciones,
se pone en juego su autovaloración, lo que puede llevar al aislamiento u otras
sintomatologías. Muchas veces en situaciones extremas de bullying, cuando es
hostigado por otros, el adolescente se esconde, se ausenta cuando puede hacerlo
y se observan a veces crisis de ansiedad y depresiones.
Cada época es muy diferente a las anteriores, no es igual
la adolescencia hoy en el año 2020 que la de muchos años atrás. Por ejemplo lo
vemos en el mundo de la virtualidad, la que hoy ellos transitan habitualmente,
donde muchas comunicaciones con sus pares, son a través de las redes sociales.
“Sabemos
que cuando una sociedad y un grupo familiar cree que todo lo ha aprendido y ha
trabajado emocionalmente, para dar a la nueva generación un camino por
recorrer, el adolescente se ocupa de arremeter instintivamente contra todo
ello, de hacer que las bases se tambaleen y se genere un cuestionamiento diario
sobre todo aquello que creíamos tenía una base sólida, que nos iba a salvar de
tener que enfrentarnos con todo, lo que un adolescente nos obliga a plantearnos
en su constante pelea contra lo establecido, lo conocido”, nos dice L. Cornejo.
En
ocasiones a los padres les cuesta vincularse con su hijo adolescente, cuando no
tienen en cuenta la propia adolescencia, como ha sido llevada a cabo, que
recuerdos tienen de la misma.
Por tal motivo es importante que recuerden, lo
que les sucedìa a ellos en esa época de sus vidas, para poder conectarse con
mayor empatìa con sus hijos.
Muchos
motivos de conflictos se producen cuando los padres desestiman a su hijo
adolescente, cuando no reconocen sus valores, no consideran sus progresos,
porque sólo ven las dificultades de la convivencia y no los aciertos. O cuando
no le dan lugar al diálogo, a la expresión de lo que les sucede emocionalmente,
o por desconocimiento o por cerrazón.
Por
eso es estimable educar en positivo, reforzar su autoconfianza , estimularlo en
sus logros, lo que hará crecer su autoestima y lo llevarà a sentirse màs seguro
en sus elecciones.
Es
valioso que sean adecuados interlocutores de sus hijos sin entrometerse en
demasìa, ya que comienzan la necesidad de los secretos. El adolescente necesita
cierta intimidad, por eso pasa largas horas en su cuarto, muchas veces su mundo
es ese sitio.
Ser
padres de adolescentes requiere de mucha paciencia, de flexibilidad de apertura.
Que ambos padres se pongan de acuerdo en sus valores de crianza, que no haya
diferencias entre ellos, porque en estos criterios disìmiles, se producen las
fisuras en la comunicaciòn.
Es importante que los lìmites sean acordados por ambos padres y posibles de sostenerse, sino no, no cumplen su función.
Uno de los comentarios que surgen en los
encuentros que mantengo con la familia de adolescentes, tiene que ver con todas
tareas que tienen que realizar en la casa. Y es verdad que el tiempo no les
sobra , sino que les falta y son muchas ocupaciones que tiene cada uno de los integrantes de la
familia, trabajos, escuela, la organización y administración de la casa, las
compras, la elaboración de los alimentos, la limpieza, y otras ocupaciones.
A veces al pedido de ayuda a los adolescentes y
al no tener respuesta satisfactoria, los padres creen que los mismos no quieren
o no pueden hacerse cargo de mínimas tareas de sus casas. Situación que lleva a múltiples
conflictos, que es en ocasiones complejo
de resolver.
Entonces surge la necesidad de la “ingeniera en
la familia” cuando es necesario compartir tareas, entre todos los miembros. “toda
persona necesita experimentar la sensación de importancia de ser tenida en
cuenta, así como la de contribuir a lo que está ocurriendo”.
Siguiendo éstas ideas, se trata de sentarse a
dialogar en familia y ver así el modo de que cada uno de los miembros de la
misma pueda hacerse cargo de alguna de las tareas, teniendo en cuenta su edad y
posibilidad de realizarla.
Florece
así como recurso el armado de un “organigrama”, con días, horarios,
tareas a llevar a cabo, como lavar los platos, hacer compras, elaboración de
alimentos, limpieza de sus habitaciones, de los elementos de cada uno, poner en marcha el lavarropa, hacer las
camas, etc (1)
“En la familia, para realizar una tarea se necesita la administración del tiempo, el espacio,
el equipo y recursos. La familia debe compaginar sus necesidades para proceder así
a descubrir la mejor manera de alcanzar objetivos y conseguir lo que les
falta”. (2)
En ocasiones surgen conflictos en la dinámica familiar para llevar a cabo
dichos quehaceres. Aquí es necesario el intercambio donde cada uno de los
integrantes exprese que tarea elige realizar, si esto no surge, se podrán hacer
rotaciones, por ejemplo, los lunes uno de los integrantes hará las camas, y a
la semana siguiente otro se ocupará de ello.
Es bueno que cada uno escriba en una hoja lo que
tiene que hacer a lo largo del día y que luego en un tiempo disponible,
compartan sus escritos, para que puedan tomar conciencia de lo propio que hacen
y también de lo que realizan los demás integrantes. Expresando allí sus estados
de ánimo al llevar a cabo las tareas y lo que registran cuando es otro miembro
de la familia el que las concreta.
Sintetizando los expresado es necesario que exista :
ü
Paciencia
ü
Flexibilidad
ü
Apertura
ü
Adecuada
comunicación
ü
Fomento
de sus logros
ü Lìmites claros y posibles de sostener
Algunas pautas para una saludable convivencia entre padres e hijos (4):
ü
Intenten comunicarse de un modo
abierto y flexible.
ü Intenten respetar todos los puntos de vista, para que cada uno pueda expresarse libremente.
Todas las opiniones son legítimas.
ü
Intenten expresar sus sentimientos.
ü Expresen con
claridad sus necesidades, y registren las propias y las de sus hijos.
ü Si están enojados o aturdidos no es el mejor momento para dialogar.
Respiren hondo, cuenten hasta diez y dejen la
conversación para cuando estén más tranquilos.
ü
Hagan lo posible por aceptarse cada
uno como son, con sus diferencias.
ü
Escuchen al otro, para luego ser
escuchados.
ü
Clarifiquen las situaciones que no
tengan claras, dense tiempo para reflexionar juntos.
ü
Denle un lugar valioso a lograr pedirse
disculpas, si han herido a alguien de su grupo familiar.
ü
Resalten los logros de sus hijos,
fortalezcan en vos alta lo efectivo de cada uno de ellos.
ü Traten de ver lo positivo de ustedes mismos y de cada uno de ellos en cuanto
al modo de relacionarse.
Para finalizar considero que compartir, dialogar, solidarizarse, en ocasiones, “ponerse en el lugar del otro”, todo ello es necesario a la hora de lograr una saludable convivencia entre padres e hijos adolescentes. Donde todos y cada uno pueda tener en cuenta al otro, a la hora de las solicitudes. Uniendo esfuerzos y entregando tiempo para satisfacer así las necesidades de todos los que conviven.
Notas
(1) Elisa
Gilabert, notas de la exposición Adolescencia otras miradas. Buenos Aires 2020
(2) Satir V. Las relaciones humanas en el núcleo familiar, Editorial Pax
México.
(3) Sandra Masís Sanabria, Dos enfoques de la terapia familiar, Virginia Satir y Munrray Bowen,
disponible en : http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/docente/pd-000189.pdf
(4)
Calvo Liliana y Ossani Anabella, Cuidar a nuestros niños, Ediciones el Zòcalo,
Buenos Aires 2018.