Trabajador
Social. Terapeuta Gestalt.
Profesor
de Fundamentos del Trabajo Social de la Universidad de Valencia.
Agradecemos al estimado colega Manolo Salinas
Tomàs, aclarando que èste artículo está publicado en la Revista del Colegio
Oficial de Trabajo Social de Valencia (España) Se difunde aquì
con la autorización de su autor.
RESUMEN
El Trabajo Social Clínico en España para la mayoría puede ser considerado como
algo anecdótico y que apenas es nombrado en libros y textos. Nada más lejos de
la realidad, si bien desarrollado en muchos casos en la sombra, cada vez son
más las compañeras y compañeros que han optado por formarse y dedicarse
profesionalmente a esta especialidad del trabajo social. El presente artículo justifica la presencia de trabajadoras y
trabajadores sociales dedicados a la especialidad clínica, así como de la
necesidad de elaborar un plan de formación específico que prepare adecuadamente
a los trabajadores sociales que quieran dedicarse al mismo.
PALABRAS
CLAVE: Trabajo Social Clínico, terapia familiar, supervisión clínica,
psicoterapia.
ABSTRACT
The Clinic Social work in Spain for the vast majority might be considered as
something anecdotic and that is barely mentioned in books and texts. Not in the
slightest from reality, even though it is much more developed in the shade,
each time more workmates have decided to form and dedicate professionally to
this social work specialty. This article justifies the presence of social
workers dedicated to this clinic specialty, as well as the necessity of
elaborating a plan of specific formation that prepares suitably social workers
that would like to dedicate themselves to this area. KEY WORDS: Clinic social
work, family therapy, clinic supervision, psychotherapy
INTRODUCCIÓN
Para
la mayoría de vosotros –diplomados en Trabajo Social- leer un artículo que
hable sobre el Trabajo Social Clínico en España puede suponer poco más que
teorizar sobre multitud de textos que estudiamos en la universidad, de autores
clásicos como Mary Richmond, Virginia Satir, Gordon Hamilton, o más cercanos
como Teresa Rosell y A. Ituarte. Sin embargo, al igual que estos y otros
autores, entiendo el Trabajo Social Clínico como una especialización de nuestra
profesión, una realidad entrelazada con profundos vínculos históricos por
diferentes corrientes psicoterapéuticas.
En
mi opinión, el Trabajo Social Clínico en España, como tal especialización, está
mucho más cerca de nosotros de lo que la mayoría podáis pensar o imaginar;
pero, antes de proseguir con mi argumento, creo necesario recordar algunos
aspectos básicos sobre lo que entendemos por Trabajo Social y sobre todo por
Trabajo social Clínico.
Recordando
y aclarando conceptos
En
la web del Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo
Social, podemos localizar el siguiente párrafo de la FITS (Federación
Internacional de Trabajo Social) que define la práctica del Trabajo Social:
“El
trabajo social se enfrenta a las fronteras, desigualdades e injusticias que
existen en la sociedad. Responde a las crisis y emergencias así como a los
problemas personales y sociales del día a día. Utiliza distintos conocimientos,
técnicas y actividades consecuentes con su centro de atención holístico en las
personas, por un lado y en su entorno por otro. Las intervenciones del trabajo
social abarcan desde los procesos psicosociales focalizados a nivel individual,
hasta el compromiso con la política, la planificación y el desarrollo social.
Incluyen el asesoramiento, el trabajo social de casos, el trabajo social con
grupos, la pedagogía social y la intervención y terapia familiar, así como
esfuerzos para ayudar a las personas a obtener servicios y recursos
comunitarios. Las intervenciones también incluyen la dirección de organismos,
la organización comunitaria y el compromiso con la acción sociopolítica para
influir en la política social y el desarrollo económico. El centro de atención
holístico del trabajo social es universal pero las prioridades de la práctica
del trabajo social variarán de un país a otro y entre períodos de tiempo
dependiendo de las circunstancias culturales, históricas, y socioeconómicas”.
Así
al concretar más en una definición de trabajo social clínico, Amaya Ituarte, en
su libro “El Trabajo Social Clínico”, publicado por el propio consejo lo hace
del siguiente modo:
“El
Trabajo Social Clínico es una forma especializada del Trabajo Social, que
siguiendo el procedimiento científico y por medio de un proceso
psicoterapéutico trata de ayudar a personas, familias y/o grupos pequeños que
se encuentran en situaciones de conflicto manifestadas por problemas
psicosociales, a que desarrollen sus capacidades tanto psicológicas como
sociales, en forma que puedan hacer frente en mejores condiciones tanto a sus
problemas actuales, como a otras situaciones conflictivas que pudieran presentárseles
en el futuro, tratando de ayudarles a desarrollar su capacidad de comprensión
(de sí mismos y de su entorno), su tolerancia ante el sufrimiento y la
frustración, así como su capacidad para utilizar adecuadamente sus propios
recursos personales y los que ofrece el medio social”.
Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y
Asistentes Sociales, El Trabajo Social Clínico (ITUARTE, 1992)
En
EE.UU, cuna del Trabajo Social moderno, en el que la práctica totalidad de la
terapia familiar es desarrollada por trabajadores sociales, la NASW (National
Association of Social Workers), define al trabajador social clínico como:
“
…aquel que está, por formación y experiencia, profesionalmente cualificado a un
nivel de práctica autónoma, para proveer servicios directos de diagnóstico,
preventivos y de tratamiento a individuos, familias o grupos cuyo
funcionamiento está amenazado o afectado por stress social o psicológico o por
deterioro de salud. Por tanto, como profesional de la atención de la salud que
es, va a proporcionar apoyo a individuos y familias”. The National Association
of Social Workers (NASW)
Como
vemos, los postulados de nuestra profesión permiten un amplio marco de
intervención que abarca desde lo individual a la totalidad de la sociedad,
pasando por familias y colectivos. No obstante –aun trabajando con individuos-
el término “social” será nuestro referente de actuación, considerando siempre a
la persona en relación al grupo o comunidad a la que pertenece. Es importante
resaltar este aspecto, que caracteriza nuestro trabajo y nos diferencia de
otros abordajes: tomamos a la persona como ser social, no como individuo
aislado (aunque estemos ante una intervención individual).
Límites
subjetivos
Como
ya he mencionado, nuestra profesión abarca un amplio campo de intervención, lo
que puede llegar a ser una dificultad a la hora de establecer un marco
referencial teórico que especifique claramente “cómo” llevar a la práctica
nuestra labor.
Afortunadamente
tengo una tendencia natural a ver lo que posibilita más que lo que limita, por
lo que prefiero considerar esta posible “pega” como el elemento que nos va a
permitir ser más integrativos y eclécticos, pudiendo elegir lo que mejor nos
parece de otros modelos y realizar de este modo nuestra tarea adaptando el
modelo a la persona y no al revés.
Otro
aspecto que puede ser limitante, es que el término “Trabajo” nos invita más a
la acción (y en muchos casos a la inmediatez) descuidando o en todo caso viendo
con cierto recelo la teorización excesiva. Aquí la trampa es ver a la praxis
enfrentada a la teoría, en lugar de como base y soporte que buscan la
excelencia en nuestro hacer.
Otra
dificultad a tener en cuenta, hasta la fecha, es que los estudios oficiales de
la diplomatura apenas han atisbado (dada la imposibilidad de adquirir en tres
años todo el bagaje de conocimientos necesarios) a dotar con la pericia
suficiente como para ejercer de trabajador social, cuanto menos en una
especialidad tan compleja como la de trabajo social clínico. Es de suponer, sin
embargo, que la nueva ordenación de los estudios con las incorporaciones de los
títulos de grado, los másteres y doctorados, dé la vuelta a la situación y que
en unos pocos años hablemos de un escenario totalmente diferente.
Trabajadores
Sociales clínicos en España
En España, los que nos consideramos herederos de la práctica del Trabajo
Social Clínico, no somos pocos (aunque sí creo poco vistos) y quizás una de las
razones sea la de que hasta la fecha no haya existido una formación específica
que capacite para ejercer como tal y hayamos tenido que conformarnos un
currículo autodidacta, muy vinculado en la mayoría de casos, a diferentes
corrientes psicoterapéuticas. Así, tradicionalmente, el modelo sistémico ha
sido elegido por muchos compañeros para formarse y especializarse, pero no sólo
este, la Terapia Gestalt y otras, han constituido otras vías
que han ido posibilitando la formación clínica específica.
En este sentido Josefa Fombuena y Amparo Martí, en el VI Congreso de
Escuelas de Trabajo Social (Zaragoza, 2006), en su ponencia sobre Trabajo
Social Clínico, señalan:
“Las trabajadoras sociales, ahora profesionales, buscaron formaciones
que le permitieran ver el rostro del sujeto, ver al otro diferente (Levinas,
1993). Algunas, las primeras, acudieron a una formación de tipo pisicodinámico
siguiendo una tradición europea (Salzberger Wittemberg, 1970; Rosell, 1988).
Otras mantuvieron la mirada cercana al individuo con sus peculiaridades y
suunicidad (Ituarte, 1999) Otras, más jóvenes, se dirigieron
entusiasmadas hacia nuevos modelos que parecían dar respuesta a todas las
preguntas (Fombuena, 2000). Sea cual fuere la pregunta, las respuestas parecían
dirigirse hacia modelos terapéuticos. Estábamos, nuevamente, ante el trabajo
social clínico. En España, el trabajo social clínico está presente en las
Escuelas de Jaén, Granada, Madrid, Gijón.”
Como
ejemplo, creo importante destacar que en la FEAP (Federación Española de
Asociaciones de Psicoterapeutas), detrás de médicos y psicólogos, en cuanto a
número de asociados agrupados por su formación universitaria de origen, nos
encontramos los diplomados en trabajo social, delante y con diferencia del
resto de carreras universitarias. En relación al tema, Francisco Gómez Gómez,
Profesor de la E.U. de Trabajo Social de la Universidad Complutense de Madrid,
en su artículo “El Trabajo Social Clínico”, escribe lo siguiente:
“Un
ejemplo que pone de manifiesto que en nuestro país va aumentando el número de
trabajadores sociales con una mayor formación de postgrado es que en el
directorio de socios de la Federación Española de Asociaciones de Terapia
Familiar de 1996, ya existían más de 120 socios trabajadores sociales de un
total de 882 socios. Es fácil suponer que dicho número haya seguido aumentando
y que otras Federaciones o Asociaciones también contarán entre sus socios con
trabajadores sociales, que se asocian después de adquirir una formación previa
y que es uno de los requisitos establecidos para ser admitidos en ellas.”
Otra
dificultad para que el Trabajo Social Clínico emergiese en España,
ha sido que al no existir espacios profesionales en los que desarrollar la
especialidad, ni en la administración pública ni en el sector privado
(principalmente formado por entidades sin fin de lucro y ONGs), hemos tenido
que optarla mayoría por la vía del autoempleo, dedicándonos, como en mi caso, a
la formación y más discretamente (y amparado por la escuela de psicoterapia en
la que me formé), a la terapia individual y familiar.
Al
respecto, es importante nombrar un tema, siempre delicado, puesto que la
difuminada línea del intrusismo profesional puede ensombrecer la posibilidad de
que el Trabajo Social Clínico en España pueda desarrollarse abiertamente y con
el peso específico que considero debe tener en nuestra profesión.
Baste
recordar, a modo de ejemplo, lo ya referido en este escrito sobre el Trabajo
Social (clínico) con familias en EE.UU., el cual es desempeñado prácticamente
en su totalidad por trabajadores sociales.
Vuelvo
a reseñar el artículo de Francisco Gómez que redunda en este
tema:
“El
Trabajo Social Clínico tiene que ser, a mi juicio, una especialización del
Trabajo Social. No cabe duda que lo que capacita a cada uno para el ejercicio
de una profesión es el título que está legalmente establecido, pero también es
cierto que después cada uno adquiere la cualificación que más le gusta; la cual
le proporciona las habilidades adecuadas para ayudar a las personas que
requieran sus servicios, dentro del ejercicio de su profesión.”
Este
campo de práctica puede ser encuadrado dentro del Área Temática: “La formación
para la auto-ocupación” de este Tercer Congreso Estatal de Escuelas
Universitarias de Trabajo Social, pues es la práctica privada la que menos se
ha desarrollado en nuestro país y por eso es pertinente avanzar en la
exploración de nuevos yacimientos de empleo.
La
preparación en Trabajo Social Clínico
Hemos
visto que hasta la fecha el trabajo social clínico En España, ha sido una parte
casi anecdótica dentro del volumen de la profesión, tanto por la ausencia de
una formación específica como de lugares profesionales en los que
desarrollarla. Si bien es cierto que en los últimos años se están abriendo
espacios profesionales, como es el caso de la mediación familiar, en la parte
clínica del trabajo social tiene un importante peso específico.
También,
en lo referente a la formación, aparecen nuevas ofertas en cuyo currículo
lectivo la dimensión clínica tiene un importante peso específico.
Así,
el Máster Oficial en Bienestar Social: Intervención Individual, Familiar y
Grupal, va a suponer mucho en este sentido. En mi opinión, la formación del
trabajador social clínico debe de tomar ejemplo de las escuelas con mayor
solera en las que existen elementos que considero marcan la diferencia en
cuanto a la preparación de los profesionales; aspectos como la supervisión de
casos y el análisis personal son indispensables para completar un currículo
adecuado en el campo clínico (la mayoría de corrientes psicoterapéuticas
incluyen también la supervisión y la terapia propia como condición específica
para completar el periodo de formación).
Gordon
Hamilton en “Teoria y práctica de trabajo social de casos”, dejaba explícito
que el trabajador social tenía que prepararse para administrar psicoterapia…
“…
cuando alguien toma conciencia de su problema y quiere ser tratado no importa
que dicho tratamiento sea considerado como parte del trabajo social o como
terapia o psicoterapia. Lo importante es la demanda y que el tratamiento sea
administrado por un profesional con una formación previa y reconocida. El
trabajador social que esté interesado en la práctica de la psicoterapia “debe
estar emocionalmente dispuesto a aprender sobre sí mismo y sobre los demás, por
lo que es conveniente el propio análisis, si fuera posible, y un periodo de
adiestramiento en el que se trate un buen número de casos bajo la estrecha
supervisión de un profesional, y posteriormente con consultas”.
Amaya
Ituarte, en el epílogo de su libro ya citado dice:
“El
Trabajo social Clínico en cuanto proceso psicoterapéutico, sigue las reglas
básicas de las psicoterapias, tal y como han sido estudiadas y analizadas en la
Teoría del Trabajo Social (y más específicamente, en el Casework, Groupwork y
el tratamiento familiar) y utiliza las técnicas psicoterapéuticas pertinentes;
además de que puedas ser enriquecido con la formación complementaria que el
trabajador social pueda tener en una u otra orientación psicoterapéutica.”
CONCLUSIONES
Para
acabar, una breve reflexión sobre el objeto de nuestro trabajo y los
instrumentos con los que contamos. Una de las quejas habituales en nuestra
profesión es la de la falta de recursos. Nuestro día a día transita con escasez
de recursos (económicos y de personal) que generalmente han de ser dirigidos
hacia las personas y colectivos que más lo necesitan por carecer de ellos.
Pero, ante esa realidad que no se puede obviar, muchas veces nos olvidamos de
la principal y más importante herramienta con la que contamos, me estoy
refiriendo a “nosotros mismos”. ¿Cuántas veces hemos realizado una intervención
satisfactoria en la que “sólo” hemos contado con nuestra capacidad de escucha y
poco más? ¿En cuántas ocasiones hemos sentido que más importante que lo “que
hemos hecho”, ha sido el “cómo lo hemos hecho? Sé que no digo nada nuevo con
esto, que incluso podría tomarse como argumento político, un tanto demagógico,
tratando de justificar la falta de inversiones económicas en políticas
sociales. Pero el hecho de no ser político y sí trabajador social, espero me
deje al margen de cualquier sospecha.
Finalmente,
quiero destacar algo que apenas he nombrado explícitamente y que aparece en el
título de este artículo haciendo referencia al ejercicio libre de la profesión.
Por mi experiencia sé que dicha aventura es posible, si bien no fácil ni “gratuita”
en ningún sentido. Con todo, siento que estamos ante un gran momento -abierto
de posibilidades- para nuestra profesión y especialmente en relación al trabajo
social clínico.
De
momento, ya contamos con la posibilidad de oficializar unos estudios y una
práctica que algunos contemplábamos utópicamente. Creo llegado el momento en el
que los que de alguna manera nos consideramos trabajadores sociales clínicos,
debemos salir de la sombra para reclamar y/o empujar en esta línea. Haciendo
visible nuestra realidad, la especialidad que hemos elegido y más sentimos,
colocándola en el lugar que sin duda se merece.
FUENTES
Y BIBLIOGRAFÍA
HAMILTON,
G. (1974) Teoría y práctica de trabajo social de casos, Editorial Prensa médica
mejicana, México.
ITUARTE,
A. (1999) Procedimiento y proceso en Trabajo Social Clínico, Consejo General y
Siglo XXI, Madrid.
GOMEZ,
F. (2000) “El trabajo social clínico”, pp. 1-16, en Cambio social. Relaciones
Humanas. Nuevas tecnologías. Enfoques para una formación de futuro, 3er.
Congreso de escuelas universitarias de Trabajo social, Barcelona, Mira
Editores, Zaragoza. RICHMOND, M. (1922) Social Case Work, Russell Sage
Foundation, New York. (Hay traducción, Caso social individual, (1982)
Humanitas, Buenos Aires). ROSELL, T. (1988) L’ Entrevista en el treball social,
La llar del llibre, Barcelona. SATIR, M. (1980) Psicoterapia familiar conjunta,
Ed. Pax México.
CLOÉ
MADANES: Historias de Psicoterapia, en Nardone, G. y Watzlawick, P.: Terapia
breve: filosofía y arte. Herder. Barcelona. 1999. Págs. 201-224. JOSEFA
FOMBUENA Y AMPARO MARTÍ. Trabajo Social Clínico. VI Congreso de Escuelas de
Trabajo Social - Zaragoza 2006.